Pero desde hace siglos se ha escrito la respuesta a la pregunta:
“Todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá ” Mt 7: 7-12
Jesús, nos exhorta y nos estimula en extremo a orar, a buscar, a pedir y a llamar, hasta que recibamos lo que pedimos. Jesús insiste pidan y se les dará, esto tiene fuerza de cumplimiento, porque todo lo que viene de Dios se hace. Luego haciéndonos ver la pequeñez inexcusable de nuestra fe, nos añade; “el que busca encuentra”. Las cosas que se buscan exigen mucho cuidado, así que trabaja y lucha por lo que quieres, nada es fácil pero si trabajas y tienes fe veras los resultados, y sobre todo y lo mas importante busca primero a Dios y trata de conocerlo.
Bienaventurado el hombre, que al despertar, puede exclamar como David: “Dios, Dios mío eres tú” No sabe lo que le traerá ese nuevo día, pero conoce a Dios y sabe que velará por él. Lo conoce de forma íntima. Pero David continúa diciendo: “De madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti” Quizá dudemos en apropiarnos de tales palabras. Por la mañana, antes de pensar en cualquier otra cosa, ¿Nos dirigimos a Dios para darle las gracias y pedirle su ayuda? David estaba en el desierto de Judá, una tierra árida y sin agua. No pidió un oasis refrescante con fuentes y palmeras, pues para el era mas importante sentir el poder de Dios
Necesitaba a Dios, al Dios fuerte, al Dios de amor, al Dios glorioso. Entonces no solamente sastifacio su sed, sino que su alma también fue saciada. El desierto no había cambiado, pero si su circunstancia de ver las cosas y pudo cantar, porque había encontrado la paz que solo Dios puede dar “Has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré” El día puede empezar y, a pesar de las preocupaciones que traiga, el redimido sigue a su Señor, sostenido por su poderoso brazo.
Necesitaba a Dios, al Dios fuerte, al Dios de amor, al Dios glorioso. Entonces no solamente sastifacio su sed, sino que su alma también fue saciada. El desierto no había cambiado, pero si su circunstancia de ver las cosas y pudo cantar, porque había encontrado la paz que solo Dios puede dar “Has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré” El día puede empezar y, a pesar de las preocupaciones que traiga, el redimido sigue a su Señor, sostenido por su poderoso brazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario