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lunes, 12 de septiembre de 2011

Cristo, Dios y hombre a la vez

Juan Crisóstomo, elocuente predicador del siglo IV, se expresaba así: "No pienso en Jesucristo sólo como Dios, ni sólo como hombre, sino como el uno y el otro a la vez. Sé que tuvo hambre, pero también sé que con cinco panes alimentó a cinco mil hombres. Sé que tuvo sed, pero que cambió agua en vino. Sé que fue transportado por una barca, pero también que anduvo sobre el mar. Sé que murió, pero también que resucitó de entre los muertos. Sé que compareció atado ante Caifás, Herodes y Pilato, pero también que ahora está sentado con el Padre en su trono. Sé que aquel a quien adoran los ángeles es el mismo que fue entregado a la crueldad de los soldados romanos y al furor homicida de una despiadada multitud. 

Estos hechos contradictorios que le atañen los atribuyo, unos a su naturaleza humana y otros a su divinidad. Dios y hombre a la vez es el inescrutable misterio de la persona de Jesús".

Indiscutiblemente, grande es el ministerio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria 1 Timoteo 3:16

Este es el verdadero Dios, y la vida eterna 1 Juan 5:20.

Un gran hombre

En el libro de Nehemías los levitas nos invitan a expresar la alabanza. Cuando los creyentes se reúnen para alabar y adorar a Dios, deber ser conscientes de la grandeza de Aquel que quien se dirigen. La exaltación del nombre de Jesús, nuestro Dios Salvador, nos invita a ser humildes ante la excelencia de Su persona revelada en la Escritura. Citamos algunas circunstancias particularmente llamativas:

- Grande cuando su nacimiento fue anunciado a María: “Llamarás su nombre Jesús. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísmo” Lucas 1:31-32

- Grande cuando, aunque Salvador del mundo, estuvo acostado en un pesebre como un recién nacido envuelto en pañales: su venida fue motivo “de gran gozo” Lucas 2:10-12

- Grande cuando se unió al pueblo arrepentido y fue bautizado. Juan el Bautista dice de él: “Viene tras mí el que es más poderoso que yo” Marcos 1:07

- Grande cuando, cansado, se sentó junto al pozo de Sicar: “¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob?”, le preguntó la mujer samaritana, y luego se convenció de ello (Juan 4:12)

- Grande aún cuando se entregó, diciendo: “YO soy”, y los soldados y alguaciles que habían venido a prenderle retrocedieron y cayeron a tierra Juan 18:06

- También es grande en su amor por los suyos. Qué contraste entre su máxima humillación –su muerte voluntaria- y la grandeza de su gloria. “Toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor” Filipenses 2:06-11.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Solo en su habitación

«Descubrí que toda la desdicha de los hombres se debe a una sola cosa: no saber mantenerse quietos en una habitación».

Lo que Pascal decía en pleno siglo diecisiete sigue siendo de palpitante actualidad. El hombre dejado en el silencio de su casa, sin distracción ni diversión, se aburre, se asusta. De repente, ve la miseria de su condición, el mal que le puede ocurrir, las amenazas de la enfermedad y de la muerte, el inmenso y doloroso vacío de su corazón presa de angustia.

Hoy día no es necesario dejar su habitación para divertirse; a través de la televisión el mundo entero irrumpe en ella con su música, su bullicio, su violencia y su inmoralidad. Pero, esa violación de domicilio, ¿le quita a uno el temor a la soledad?

El remedio consistiría en dejar que en nosotros more la paz de Jesús que produce una tranquilidad de espíritu real, completa y dueña de sí misma. Así, el gozo y el reposo emanarían naturalmente de ella.

Ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz... Vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre Efesios 2:13-14, 17-18

Él está a la puerta y llama. Llenará la soledad de aquel que quiera abrirle la puerta. He aquí yo estoy con vosotros todos los días", prometió el Señor Jesús Mateo 28:20.

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20.

Presagios

En 1960 muchos expertos en medicina estaban convencidos de que se había resuelto para siempre el problema de las enfermedades infecciosas. Pero en 1996 otros opinaron que nuestra sociedad no estaba preparada para manejar estallidos de epidemias asesinas. Después de 1980 aparecieron el sida y el virus ébola; además, en varias partes del mundo todavía hacen estrago el dengue, la fiebre amarilla, el cólera, el hantavirus, la difteria, etc. Son tanto más preocupantes que los gérmenes se han hecho resistentes a los antibióticos.

El Señor Jesús anunció que estos males serían sólo el "principio de dolores" antes de la gran tribulación (Mateo 24:8 y 21), que precederá la venida del Mesías para establecer su reino de paz en la tierra. Para el verdadero creyente, es decir, para el que recibió a Cristo como su Salvador y Señor, está por acontecer el arrebatamiento, cuando Jesús venga a buscar a los suyos para que estén siempre con él (1 Tesalonicenses 4:17).

Superando Los Miedos caminemos con Jesus

En estos momentos hay muchisimas personas consumidas en una profunda deprecion, con este fenomeno en el que vivimos las preguntas comune...